En una experiencia marcada por la adversidad y la lucha por la libertad, Mariano, cuyo nombre protegemos por seguridad, emprendió un viaje desde Frontera Corozal hasta Estados Unidos. Después de más de 100 días en la prisión comunitaria “El Chicle” en Ocosingo, Chiapas, su determinación y amor por su familia lo llevaron a caminar días en el desierto, enfrentando peligros y desafíos.
Su caminata por la noche y en medio del desierto hacían que Mariano recordara las humillaciones sufridas en prisión, pero eso solo le otorgaba más fuerza para perseguir su objetivo.
Para recobrar su libertad, Mariano vendió sus pertenencias y pagó una multa de 350 mil pesos. Aunque admitió haber facilitado el paso de migrantes debido a su trabajo de transporte en su vehículo particular, también aclara que las mismas autoridades locales de Frontera Corozal, venden los boletos a los migrantes, asimismo, rechazó otros cargos que le fueron impuestos mediante un documento coaccionado.
Su experiencia en “El Chicle” fue desgarradora; las condiciones inhumanas lo dejaron enfermo. El acceso limitado al baño lo obligaba a suprimir sus necesidades fisiológicas, y las autoridades locales ignoraban sus quejas. Mariano señaló que otros también han sido encarcelados y extorsionados con sumas similares.
Después de su liberación, se vio obligado a hacer guardias, de lo contrario tenía que pagar 500 pesos por día, también fue obligado a firmar una carta compromiso para no denunciar ni impugnar decisiones de la comunidad que según se rige por usos y costumbres. Su testimonio destaca la vulnerabilidad de aquellos que enfrentan el desplazamiento forzado y la opresión en su búsqueda de una vida mejor.
