En los primeros días de enero de 1994, el subcomandante Marcos, concedió una entrevista a la revista Proceso, después de una larga espera de diez días. El entrevistador designado fue Vicente Leñero acompañado del fotógrafo Juan Miranda y de este amigo chiapaneco que fue testigo y colaborador de este suceso, quienes escondidos en un cuarto del hotel el día designado, nos llegó el mensaje de que el contacto sería un joven indígena que estaría comiendo golosamente una paleta de limón recargado sobre el kiosco del parque central de San Cristóbal.
Al llegar al lugar encontramos a mas de cinco jóvenes indígenas comiendo paletas de limón, recargados en el kiosko de aquella ciudad. Confundidos, sin saber quién era el contacto, nos repartimos entre aquellos hasta que uno de los indígenas que comía una paleta distinta le susurró al oído a Juan Miranda – Yo soy el indio que estaría comiendo gozosamente una paleta de limón.
Después de viajar con los ojos vendados y cambiar a tres tipos diferentes de vehículos – en uno de estos cambios, los estrategas agregaron a los periodistas Oscar Hinojosa y a Tim Colby que también iban a lo mismo, por fin nos quitaron la venda de los ojos y nos obligaron a trotar cuesta arriba silbando y moviendo cada uno su lámpara de mano. E l primero que se cansó fue el maestro Vicente Leñero, quien le dijo al guía:
-¿Es necesario trotar, mover la lámpara y silbar en plena oscuridad?
-Si no quiere no lo haga.
-¿Entonces porqué nos obliga?
-Porque el silbido y el movimiento de la luz es para espantar a las culebras
-¡Ah! Bueno , entonces sigamos silbando y moviendo nuestras lámparas – dijo el maestro Leñero, sacando fuerzas de sus 66 años a cuestas.
Minihistorias del poder y el pueblo/Alfredo Palacios
